Las protestas en Irán, en donde los actos homosexuales se pueden castigar con la muerte y las mujeres son sometidas diariamente, han mostrado al mundo esta terrible problemática que se sufre en Oriente y también un posible modelo de cómo podría ocurrir un cambio.
Es un oasis inusual de aceptación de las personas LGBTQ, no sólo en Indonesia, sino en el extenso mundo musulmán. Muchas naciones musulmanas criminalizan las relaciones sexuales entre gays, entre ellas Qatar, anfitrión del Mundial de fútbol. Para las personas LGBTQ es rutinario que sus familias las rechacen, que las autoridades islámicas las denuncien, que las fuerzas de seguridad las persigan y que se vean limitadas a vivir en la clandestinidad social. Las exhortaciones de las naciones incluyentes con las personas LGBTQ para que haya cambios son descartadas rutinariamente por considerárseles interferencias injustificadas desde el exterior.
Esa es la norma en todo el mundo musulmán y en el árabe: ya sea la negligencia del gobierno o una hostilidad abierta contra las personas LGBTQ, dijo Rasha Younes, investigadora sénior de Human Rights Watch que indaga los abusos anti-LGBTQ en Medio Oriente.
Kevin Schumacher, cuyo trabajo actual se centra en fomentar los derechos de las mujeres en Afganistán, pasó siete años como coordinador de programa en Medio Oriente y África del Norte para la Comisión Internacional Gay y Lesbiana de Derechos Humanos, una organización global que lucha por los derechos LGBTQ.
Se mantiene escéptico de que la causa LGBTQ pueda elevarse al primer plano de los numerosos países con gobiernos autoritarios de la región, que suelen reprimir a las mujeres, a los disidentes políticos y a las personas LGBTQ. Considera que las manifestaciones generalizadas contra el gobierno en Irán —en donde los actos homosexuales se pueden castigar con la muerte— son un posible modelo de cómo podría ocurrir un cambio.